Por: Anaeli Ibarra Cáceres
Foto: G. Blasky Studio
Hace apenas unos minutos hablaba con Jesús Lara. Su peculiar manera de enunciar el mundo me traía a la mente los demonios que atormentaban a los artistas modernos. Esa búsqueda del tiempo y de su fundamento, de una razón para ser y un deber ser que se rehace y deshace en el propio tiempo.
En su obra se consuma el universo. Y cuando digo “se consuma” no pretendo contradecir el movimiento ascensorial hacia el interior que le da nombre a este volumen, sino señalar esa sensación de soledad que transmiten sus obras, como si uno estuviera completamente solo. La quietud domina sobre el nerviosismo humano, por eso sus paisajes aparecen desolados, como imágenes congeladas, detenidas en la imaginación del pintor. Un halo místico las envuelve, el símbolo es recolocado al interior de la obra, ella nos habla, no hay que buscar nada fuera.
Con sus piezas artísticas, Lara reconstruye un mundo y demarca lo interior de lo exterior. Pero la nostalgia no restituye esa condición básica para la existencia del arte moderno, sino que su propia obra evoca e indica la distancia que las separa. La vocación humanista que recorre los lienzos, los objetos esculturales, las instalaciones, los poemas, es una manera de cuestionarse la vida, pero más que eso, es una forma de interrogar el arte, de explorar su territorio y encontrar su función en una sociedad donde los agobios de la cotidianidad le usurpan área de acción.
Por eso su producción plástica más que sugerir respuestas, nos interpela. No pretendo responder a esas preguntas que me preceden y sobrepasan. Ellas están latentes en cualquiera de sus cuadros, esculturas, objetos o frases. La inquietud que suscitan es el móvil para cavilar a propósito de la obra de Jesús Lara.
En este sentido, es que lo autobiográfico se convierte en una clave para descifrar el enigma que plantea. Su obra puede ser abordada desde diferentes perspectivas y plataformas conceptuales, sin embargo, esa dimensión autobiográfica constituye el código interpretativo de su trabajo, el medio para expresar el complejo entramado en el cual se halla. Su propuesta artística está vertebrada sobre la relectura de la historia, que es también su propia historia. Es la biografía como punto de partida para la experimentación.
Resulta interesante cómo el artista acomete el mundo. No es precisamente una embestida, sino una confrontación: ¿qué mundo vivimos? ¿en qué mundo me ha tocado vivir? Un mundo de lo humano, eso es lo que explora Lara a través de su experiencia. Entonces la pregunta es ¿qué somos?, ¿quién soy?, ¿dónde estamos?, ¿qué hago? Las interrogantes se repiten en la historia, las experiencias son otras. Por eso la verdadera pregunta es sobre el presente, un presente que no lo atormenta, sino lo alimenta y al convertirse en pretérito puede estar cifrado en los versos de un poema o en el gesto plástico.
La vida es el documento que se expone, se convierte en el contenido para un arte que se rehúsa a ser encasillado en estilos o tendencias. No conoce de normas, sólo de las contradicciones de la que está hecha la existencia. Su misión de documentar no es la del mero acopio de información, sino la de un misionero que se contagia de la vida y de su gente. Él es en sí la vida con sus happy end, los crueles suspenses, el terror de lo real, la farsa de todos los días, el melodrama… ¡Vamos, que está hecho de todo eso y no vacila en decírnoslo de la manera más humana que puede, a través del arte!, pletórico de contradicciones.
Por eso su biografía es la arrancada, el lugar de donde parte la carrera. Y el arte es el medio para acceder a la realidad y enseñársela a los demás. Lo interesante es que no pretende imponer una sola lectura de su trabajo, sino que nos da la opción de encontrar aquello que deseamos hallar, aquello que nuestra experiencia nos permite entender.
Este ejercicio terapéutico parte de la duda. La duda como esa fuerza que obliga al hombre a cuestionarse en todo momento su mundo, que lo impulsa a desterrar la certeza y a enraizar la sospecha. Uno de los valores que tiene su quehacer, junto a la capacidad de documentar, es el de remover constantemente los cimientos humanos, fustigar las verdades, no darlas por supuestas, cuestionárselo todo.
Jesús Lara asume desde el arte la función de intérprete: un intérprete de lo humano y su decursar. Así, el artista reproduce en sus obras lo que porta culturalmente y responde a una demanda social. Convierte el arte en un prólogo de la vida y desde su experiencia vital documenta esa realidad.
Pero esa voluntad de testimoniar y aprehender la complejidad de la vida es manifiesta a través de la poesía. Por eso no se puede hablar de Lara ni de su obra sin apelar a la metáfora o a otro recurso expresivo, pues su trabajo está plagado de los juegos del lenguaje donde el signo se hace más evidente. Pareciera como si el pintor-intérprete nos mostrase su mundo, que es también nuestro mundo, pero desnudo, descarnado, sin teatralidad. No parece haber artificio -lo cual no significa un disimulo o engaño, sino un intento de transparencia-, sólo el deseo de dialogar, de intercambiar imágenes y experiencias.
Su obra es siempre como un prófugo que asalta al receptor, lo sorprende: una sombrilla, arcilla, madera, un cuadro vacío, telas, tenedores, formas industriales, vidrio, un heteróclito mar de objetos componen sus piezas. La heterogénea naturaleza y procedencia de los materiales en la construcción de los significados, no le resta importancia al gesto de la pintura, sino que se funden. Lo que experimentamos al contemplar sus obras es un sentimiento de retorno, un volver de lo pictórico. Su quehacer es una muestra de que la pintura aún no ha fenecido dentro de tantas muertes que ha anunciado la postmodernidad. O tal vez se trata de “la muerte de una muerte”, una de las ironías de nuestra época. Pero eso es pura especulación, no hay aciertos ni desaciertos en esa hipótesis, es una de las tantas interpretaciones que se permite la obra de Jesús Lara.
Anaeli Ibarra Cáceres. Crítica de arte. Graduada de Historia del arte en la Universidad de La Habana. Obtuvo el premio de Crítica de Arte Guy Pérez Cisneros en la categoría de Reseña Crítica (2014). Sus textos han sido publicados en medios especializados como Cine cubano, Arte cubano, Art on Cuba, Unión, Arte por Excelencias, entre otros.
Referencias y enlaces a su obra:
https://incubadorista.files.wordpress.com/2017/07/arte-politicio.pdf