Por: Miguel Barnet
Foto: G.Blasky Studio y Editora Abril
¿Qué espíritu sensible no es cautivo de la sorpresa? ¿Quizás, entre los dones misteriosos de la vida, no haya ninguno más estimulante que la sorpresa? Siempre he vivido sujeto a su aparición, ya sea intempestiva o sutil.
Cuando de niño me llevaban al mar, mis ojos quedaban fijos en el movimiento perpetuo de las olas. Era o un tonto o un distraído, pero lo cambiante del mar me seducía mucho más que los juegos lúdicos en la playa. La sorpresa ha estado siempre acechando mi vida ya sea en la sucesión de las olas del mar o en la vastedad innombrable de la noche.
Mucho tiempo vivimos entre inexpresivas y apagadas miradas o entre figuras inertes sin luz. Pero cuando aparece una chispa de creatividad y plenitud de espíritu, la sorpresa se vuelve revelación.
Este es el caso de mi encuentro con Lara. Me fue a buscar y me encontró. No siempre eso sucede, al menos con frecuencia. Las estrellas estaban bien aspectadas entre ambos, como diría un astrólogo.

Jesús Lara en Íconos de fuego
Quedé muy sorprendido, debo confesarlo, con el ímpetu que irradia y con el polifacético talento del artista. Poeta coruscante y barroco, pero con el mundo metafórico propio, honesto y original. Como escribió su presentador el poeta Cesar López, Lara muestra en la poesía los vaivenes y toques de diferentes estéticas y tonalidades. Y yo diría más, sin pudor, suelto como un potro salvaje y seguro de conquistar el azar. Pero su obra es rica y múltiple. El artista no se limita a género alguno, escribe, pinta, hace cerámica y escultura y es, además, un fotógrafo excepcional.
Su mundo interior, cargado de esencias soterradas hasta lo más profundo de la naturaleza, se plasma en esta diversidad con toda la energía de una personalidad inefable y metafísica.

Miguel Barnet y Jesús Lara Sotelo en las palabras de presentación de la exposición.
Él es heraldo de la posibilidad frente a todas las vicisitudes y los escollos cotidianos. No puede hacer otra cosa que crear. Y ya eso es más que un mérito, una epifanía. Sus lienzos producen espasmos y convulsiones. Nada en él es sereno, todo está marcado por el torbellino de la creación. Sus retratos de artistas y escritores que él llama cubistas no son sino profundas alquimias de la más dramática interpretación de los mismos. Un grito callado y estentóreo, pero un grito siempre de salvación.
No hay modo de escapar a su imaginario. En él cohabitan entes de las esferas celestes con demonios terrenales.
Lara es un esteticista empedernido, escribió su coetáneo Rufo Caballero. Y no se equivocó. Es su voluntad erótica la que domina su obra, frente al Tánatos o la Moira. Sus obras irrumpen en un ámbito vital que trasmite lo aparentemente ingenuo con la más legítima manipulación estética.

La poeta Lina de Feria frente al retrato suyo expuesto en Íconos de fuego.
Múltiples caminos podremos recorrer de la mano de este artista. Él convoca a la espiritualidad y a la más acendrada vocación colectiva. Se burla de las corrientes a la moda y de los dogmas arcaizantes. Tributa solo a la vida y a su variado menú. Es moderno porque hace notar el estruendo. Por todas esas razones y porque descubrir su obra ha sido más que una sorpresa una revelación, me complazco en inaugurar esta exposición de Lara que muestra solo una parte de ese menú.
Miguel Barnet (La Habana, 1940) Poeta, narrador, novelista, ensayista y etnólogo.Premio de la crítica literaria (1986). Premio Especial de Periodismo Cultural por la obra de la vida (2019) Ocupa el Sillón B como miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua. Es fundador de la UNEAC.
*Palabras de presentación de la exposición Íconos de fuego (2013).
Referencias y enlaces a su obra:
http://lajiribilla.cu/articulo/miguel-barnet-confluencias-entre-arte-literatura-y-vocacion-social-1
https://webs.ucm.es/info/especulo/numero42/mbarnet.html
http://www.uneac.org.cu/noticias/semana-de-autor-con-miguel-barnet
http://www.lajiribilla.cu/articulo/biografia-de-un-cimarron-la-novela-testimonio-de-barnet