por: Marilyn Bobes
Jesús Lara Sotelo escribe desde los 19 años y ha llegado a los cuarenta con una cantidad de libros publicados que casi se corresponden con su edad. Y esta labor prolífica no es resultado de una manía grafológica sino de la creación de todo un sistema poético que, me atrevería a afirmar, él es el único escritor contemporáneo cubano que lo posee, como antes José Lezama Lima o José Martí en otros momentos de la historia de la literatura de la Isla.
Quiero que se me entienda bien: no se trata de comparaciones estéticas ni de jerarquías. Aunque también. Lo que me asombra en Lara es esa capacidad para desdoblarse en múltiples sujetos líricos, a la manera de un actor, sin perder las características formales y conceptuales de un inconforme que crea una tropología basada en las asociaciones más insólitas, provenientes de todas las disciplinas artísticas, filosóficas y hasta científicas para operar con una madurez que se muestra desde los primeros libros hasta los más recientes.
La crítica cubana, a veces tan reticente para los elogios, ha coincidido, casi por unanimidad, en que nos encontramos ante un poeta de grandes dimensiones, quizás tan grandes que resulta difícil encasillarlo en cualquiera de las corrientes y los ismos conocidos, precisamente porque ese sistema del que hemos hablado se fundamenta en deconstruir para que podamos entender mejor la realidad del hombre contemporáneo.
Angustia y reflexión, pero también regocijo, coinciden con un erotismo singular, sin sutilezas, que se resuelve en explicitaciones elocuentes y no aptas para lectores pudorosos.
Jesús Lara rehace en sus textos los malos augurios de un planeta que se desmorona y no renuncia a la utopía porque en esta disección hay un alto grado de civilidad donde fenómenos como la homofobia, las inmigraciones o la discriminación racial, se vuelven leit motiv de un arte poética que juega a menudo con el cinismo y que, sin embargo, no puede evitar cierto tipo de ternura que habla de los niños (Un milímetro de jardín) o de sus amantes (El arte del fracaso).
Este autor es un escritor universal. No faltan en su amplia bibliografía libros dedicados a la realidad nacional. Allí esta Irla para demostrarlo. Pero ese vocablo inventado, Irla, es una combinación del devenir, capaz de mostrar la realidad insular siempre desde un contexto más abarcador: el que nos invita a asomarnos a una dinámica cambiante.
Para muchos (y creo que para mí también) es Lebensraun su libro de mayor madurez, el más sosegado. Se trata de una compilación poética y filosófica, que no descarta la prosa narrativa en sus aseveraciones–más bien preguntas dirigidas a sí mismo o a nadie. Pero afirmar que es el mejor entre todos sus poemarios es algo que no me atrevería a asegurar porque estamos hablando de alguien en cuya bibliografía no hay nada que se pueda descartar.
La variedad de registros, la economía de medios y la limpieza y nitidez de todos sus textos son tal vez, estilísticamente hablando, lo que ofrece unidad a un sistema que se rebela frente a la fragmentación del mundo postmoderno y que cambia constantemente de sujeto lírico, pero mantiene en su esencia un pensamiento profundo que desconfía de la realidad impuesta por todos los poderes conocidos a los que el poeta disecciona con su implacable bisturí metafórico.
Hablamos entonces de una sumersión en la decadencia que no se basa en la información que nos brindan los diarios ni Internet, ni siquiera los múltiples referentes a los que apela el sujeto lírico.
Los libros de Lara Sotelo provienen de su experiencia vital, de una inteligencia privilegiada para reconocer un metarrelato en el que nos involucra y nos hechiza a pesar del rechazo inicial que puedan experimentar ciertos lectores acostumbrados a la hipócrita belleza que han conocido hasta ahora como poesía.
A pesar que no es la novedad lo que se busca hay mucho de original en esta lista de libros, muchos de los cuales esperan su apremiante edición y que son resultado de un trabajo infatigable, de una vida dedicada al arte y a la escritura como si se tratara de un sacerdocio.
Lara Sotelo tiene una misión y es la de hacernos estremecer con cada página que sale de su ordenador.
MARILYN BOBES. Poetisa, narradora y periodista. Entre sus obras: Alguien tiene que llorar (cuentos, 1995), Hallar el modo (poesía, 1989), Fiebre de invierno (novela, 2005), Cuentos infieles (2006), y, en igual género, Mujer perjura (2013) y Signos conjeturables (2014).