por: Cira Romero
Foto: Duamel
Las representaciones artísticas tienen sus estrategias y permiten accesos diferentes. En Jesús Lara Sotelo han concluido armónicamente la literatura —la poesía— y las artes plásticas en varias de sus manifestaciones. Sus textos — ya suman cuarenta y cinco libros en soportes de papel y digital— ocupan un espacio temporal que transita entre 1991 (¿Quién eres tú, God de Magod?, 2008) y Pygophile, lapso de casi treinta años donde, como en un sueño, ha compartido el fruto de su caza con muchos lectores que ya lo perfilan desde la sorpresa de lo imprevisto. Como un pescador que no quiere dejar a los lobos una parte de su presa, Lara, con habilidad, pero también con inocencia, capta y lleva a sus libros lo que prefiero llamar la instrucción humana, aquella donde nos reconocemos y hallamos nuestra propia voz, nuestra propia cadencia, movimientos y saltos líricos conseguidos desde una presencia que es única en nuestros predios.
La experiencia del hombre metaforizada, las mutaciones del ser, la parte espiritual que busca el goce de la recompensa que puede ofrecer, si existe, la otra vida, se pergeñan en sus trozos líricos, en sus líneas versales, con la presunción que supone que los hombres (Lara) discurran sobre los dioses y semidioses. Sin sujeción, pero con objetivos, su obra descansa en las necesidades que atestiguan nuestra flaqueza, en una acción justa que no traiciona ni es cobarde, sino que brota del centro mismo de la dirección del alma, pero siempre evitando que esta se someta a la razón. Creo que si algo distingue (y aporta) a su literatura es el poder que tiene de saber componer un universo, el suyo, que pudiera compendiarse en una célebre máxima de Lucrecio: «Todo cuanto existe, el cielo, la tierra y los mares, no es nada comparado con la inmensidad de la creación». Así ha asumido Lara la suya, con un poder que lo acredita como ente lujurioso y soñador, ejerciendo sus facultades desde sus mil piezas líricas (o plásticas) en una concordancia que lo provoca establecer la armonía del universo.
Con su obra Jesús Lara Sotelo ha logrado apropiarse de una doctrina un aparato de argumentos y pruebas que, a estas alturas de su creación, se sostiene como un instrumento flexible, maleable, pero nunca acomodaticio, para evitar llenar su mundo (su cosmos) de mentiras e insulseces. Por ello la piedra de toque de sus creaciones es una particular temeridad que se aparea a sus propios demonios hasta poner en evidencia el misterio desde su misma semilla y desde el entendimiento de que somos capaces para promover la comprensión, sin olvidar que lo verdadero yace enterrado en profundos abismos a donde siempre se puede llegar. En esa diversidad homogénea (valga el oxímoron) se sostiene una obra donde se cumple, desde el centro mismo del poderío conceptual, una especie de movimiento que agita nuestro reposo y calma nuestra sed de riqueza íntima, porque la obra de Jesús Lara Sotelo nos permite vivir su propia fortuna como intelectual, pero sin la esclavitud de la sujeción a un espíritu que no es ni cobarde ni flaco, pero que es dueño de una voluntad que todo lo conmueve.
El hispanorromano Quintiliano, en sus Instrucciones Oratorias, afirmaba que «la sencillez acomoda a los guerreros». Lara Sotelo, batallador si los hay, sin abandonar su cálida ingenuidad, pone en conocimiento ajeno sus vientos líricos con una imprudente (y a veces maliciosa) conducta lírica que se torna más viva cuanto más se desvincula de lo trivial. Tal postura lo desvincula de todo orden, como diciendo, «yo no voy por este camino, pero lo bordeo», asumiendo así el arte desde una postura arrogante pero humilde (segundo oxímoron) que coloca su presencia en un universo creativo total.
Creo que sin amedrentarse por los límites de las cosas, Jesús Lara Sotelo se ha abrazado al arte, ha pactado con él una comunión que a diario se fortalece y cuyo disfrute pone al alcance de todos, sin establecer comercios ilegítimos, sino puro y sano comercio del alma.
CIRA ROMERO. Investigadora literaria, crítica y ensayista. Entre sus libros: Fragmentos de interior. Lino Novás Calvo: su voz entre otras voces (2010).