Foto:G.BlaskyStudio
Quiero ser parte de eso, nunca he estado en una sesión de fotos, y menos aún en algo que tenga que ver con un libro, explicó La Amputada. Imposible, dijo el escritor. Nada es imposible, porfió La Amputada. Sólo estaremos la modelo, el fotógrafo y yo, dijo él. Si logras que yo esté, te dejo que me hagas lo que quieras… ¿nunca has tenido sexo con una mujer como yo?, dijo La Amputada.
Alberto Garrandés
Demonios propone el inicio de la conjetura de cierta narración que se va conformando entre los dedos del lector como una lámpara caleidoscópica. Sus escenas provienen de la idea del laberinto como caverna platónica. El voyeur pulsa su aparición sin la tipicidad que lo caracteriza. Anotaciones que traen y retraen. Impulsos, sexo, ambientes medio melancólicos, personajes realizados y que van descubriéndose tras un juego territorial muy fragmentado… Todas sus voces parecen fantasmas que salen de las insinuaciones del terror. El terror en tanto género que necesita de cierta empatía erotizante. Y lo erótico del texto mientras la novela avanza va saliendo de sus márgenes… el erotismo en Demonios se vuelve trans-erotismo, es decir, un erotismo incontenible que no sale de paisajes estéticos (o estetizantes) de ética torcida (amorales). El trans-erotismo de Garrandés se encuentra en el Ojo fortuito que se desplaza siempre, no es una mirada fija sobre los atributos del hombre y/o la mujer. Este trans-erotismo capacita a los personajes de una identidad que los rebasa.
(Ricardo L. Lorente sobre Demonios)
http://www.uneac.org.cu/noticias/los-demonios-de-alberto-garrandes
http://www.granma.cu/multimedia/imagenes/79255
https://www.ecured.cu/Alberto_Garrand%C3%A9s