por: Roberto Zurbano
La obra poética de Jesús Lara Sotelo se venía pronunciando desde una intimidad agonizante en lucha con un exterior agresivo ante el cual el sujeto lírico no ha hallado otro remedio que enfrentar los males del mundo a golpe de razones morales y estéticas; este gesto libertario se presenta con mayor énfasis en su poemario Lebensraum, cuyo uso del idioma alemán no resulta casual o meramente simbólico, pues se trata de un recorrido por Europa donde el artista reconoce la grandeza del arte europeo y primero lo convierte en un patrón de belleza, moral y filosofía de la vida, para después compararlo y evaluarlo según sus necesidades estéticas, su situación existencial y sus propios patrones caribeños, hasta reencontrarse consigo mismo en un viaje ético e identitario que resulta definitivo para el crecimiento de su poética personal.
Dicho itinerario estético comienza con el disfrute artístico y se va desplazando hacia una línea de angustia personal que le permite re-encontrarse a sí mismo, re-conocer sus raíces y asumir gradualmente sus diversas identidades de hombre negro, cubano, caribeño, marcado por una intensa historia personal y también por una singular historia social que suele asomarse poco a sus textos poéticos. Su interés no es la historia ni la sociología, sus versos desentrañan los rigores de una vida, sus transgresiones y sus límites, sería un exceso pedirle algo más. El recorrido europeo significa un alto en su velocidad de animal de isla, la búsqueda de una tranquilidad o una esperanza, con las cuales va restituyendo su arquitectura física y moral, a través de las cuales sus visiones ganan consistencia e iluminación.
En 1884 en la ciudad de Berlín se reunieron las grandes potencias coloniales del momento para repartirse África y otros rincones del mundo colonial. Todo fue organizado con el arte de la diplomacia, ampliamente justificado por la necesidad de materias primas, el trabajo barato con qué obtenerlas, el fomento de las nacientes industrias para convertirlas en nuevos productos, amén de los argumentos científicos, las razones religiosas y la incuestionable legalidad de la época. Así fue como Europa construyó la modernidad, se convirtió en la madre del capitalismo y ha seguido, hasta hoy, subdesarrollando nuestros países y vanagloriándose de su refinamiento cultural. Así nacieron muchos sueños de superioridad, entre ellos el concepto que da título a este libro: Lebensraum, del cual el autor se apropia y evalúa en el poema ¨Monólogo bipolar¨:
De cierto modo siempre he sido un impedido del espacio. Primero estuve aplastado en el vientre de mi madre (fue un nacimiento difícil que casi termina en tragedia). Luego llegaron las innúmeras formas de opresión. El resultado fue una incurable claustrofobia. Sin embargo, hoy ese no es mi problema. Mi problema es el lebensraum, que en alemán significa «espacio vital». El geógrafo Friedrich Ratzel fue el coautor ocupado en difundir la vieja obsesión germana que más tarde retomarían los nazis —junto a otras teorías de corte xenófobo y seudocientíficas—, para desencadenar una guerra atroz que se tragó a millones de humanos y destruyó ciudades hasta los cimientos. Pero no voy a entrar en detalles de la historia que otros han explicado hasta la saciedad. Soy afrodescendiente y caribeño (en mi ancla genealógica no hay nada que se aferre al vasto imperio que los nazis pretendieron construir).
En este libro la estética del pintor aguza su mirada hacia el exterior y construye una conexión muy singular con aquellos procesos sociales que va experimentando. No deja de ser un discurso lírico intimista y lleno de marcas y requiebros muy personales, pero es una reflexión más abierta a la exploración de sus espacios e identidades. Este sujeto es cada vez más capaz de discernir entre incriminar y discriminar. En otro poema como ¨Mística del adelanto¨ nuestro sujeto observa: «Pude sentir la segregación esmerada, el éxtasis secreto» y logra ser más directo en ¨Cristales turbulentos¨, otro poema donde nos habla de «policías que me piden el carné de identidad». Así logramos ver otros textos como ¨El caracol y el hombre negro¨ o ¨Evocación¨, donde descarnadamente nos confiesa: «De niño me colgaban por las piernas para que no abriera la boca en los rituales. Las cosas que entonces no pude gritar me salen ahora como una baba espesa que todos temen». En toda catarsis hay un reconocimiento, hay una búsqueda de identidad que nos reconcilia con el pasado e ilumina los pasos futuros, obligándonos a definir nuestro lugar en el presente, que es lo que hace límpidamente nuestro poeta en su texto ¨Colores¨, cuando expresa con naturalidad:
Soy un pintor negro que ha aprendido a combinar colores en plena calle, en una esquina de Cayo Hueso. Allí todavía se mueven los fantasmas de mis abuelos y ciertos vicios que con el tiempo formaron un cráter. En el fondo del hueco hay colores infernales y otros que van subiendo cada tarde como si desafiaran el mar. En las yemas de mis dedos llevo la tinta con que dibujo el mundo.
Lebensraum es un libro que define un proceso de creación ética y estética en su autor, ha sido un largo proceso identitario atravesado por el dolor, por la función que tuvo el arte aplacando ese dolor y por la otra función artística que es el autorreconocimiento identitario más allá de lo íntimo y estético que este autor ahora nos entrega con mayor plenitud que nunca antes. Lebensraum significa un viaje de ida y vuelta, una apropiación de un concepto eurocéntrico y falaz ante el cual nuestro sujeto poético se muestra activo, autocrítico e imaginativo. Desde esta posición es que pudo convertir el espacio vital en un espacio social, lleno de temporalidades, racialidades, globalidades y verdades contemporáneas. Desde aquí, el poeta abre nuevas fronteras, y salta hacia el espacio de la Poesía y la Verdad.
En Cayo Hueso, Centro Habana, Abril 2016